Torsiones elípticas (Torqued Ellipses), Richard Serra
Esta instalación se encuentra ubicada en el Museo de Bilbao, el Guggenheim, de forma permanente. Tuve la suerte de haber podido visitarlo este verano con mi familia (posiblemente sea la única obra que les gustase) y fue por la inmersión que produce recorrer pasillos e interaccionar con la obra, en este caso centrada en el espacio. Mientras paseas por el interior de las grandes estructuras adviertes desconcertado, que parecen ser mucho más grandes de lo que se ven desde fuera, incluso irónicamente, desde el mirador donde se ha sacado esa foto. Son estructuras que te rodean provocando desorientación, hay quien le produjo mareo y, quizás, claustrofobia. Según avanzas pierdes el sentido de tu ubicación solo recordando el sentido en el que derivabas y un incontrolable deseo por continuar hasta el final. Se vuelve adictivo, divertido y muy sensorial.
En definitiva Serra ha logrado crear un espacio tan transitable como conceptual. Largos pasillos que quieren llevarte a algún lado y a ninguna parte. La clara reflexión de que el proceso y el viaje son igual de importantes que el destino.
Especialmente quería conocer esta obra en persona, ya sabiendo de su existencia previamente, por encontrarme con lo matérico de esas chapas de hierro gigantes. Son lo más parecido que imagino a visitar el Gran Cañón de Colorado, creo. Pues la oxidación y el color te acompaña en todo el proceso cubriéndote y guiándote hasta el centro, escuchando gritos y murmullos del público que también te acompaña.
Obra Torsión elítpica de Richard Serra, Guggenheim de Bilbao. Fotografía tomada en el año 2013
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